lunes, 27 de septiembre de 2010

A mi niño interno

De repente es muy grato aprender a regresar en nuestros pasos, no sólo por rectificar nuestro camino, también para poder olvidarnos del "si hubiese".

Para perdonarnos y reencontrarnos con nuestro yo inocente, con el yo más divertido y que vive el aquí y el ahora.

Nuestro yo que es clemente, indulgente y no entiende de rencores, nuestro niño interno, que como todo buen niño merece saberse amado, merece sentir un abrazo y la protección que nuestro adulto responsable pueda brindarle.

Mi niño interno, esto es para ti, para que perdones a este adulto en ocasiones gruñón, en ocasiones tonto, a veces ciego y ensimismado en buscar solucionar los problemas de su vida adulta. Te he descuidado más nunca te he olvidado. Hoy vengo a ti reconociendo mi imperfección y brindándote mi agradecimiento eterno porque afortunadamente aún no perdí en su totalidad mi capacidad de asombro.


Hoy regreso a ti.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Soñar despierto

Como publicista me ha tocado realizar campañas para productos en los que no siempre creo, empresas de ética cuestionable y servicios que no sirven para nada.

En una ocasión, me tocó realizar el lanzamiento de unas barritas y al año siguiente, tuve que hacer la campaña para desvirtuarlas.

Mi oficio es algo de lo que realmente puedo sentirme orgulloso. Una profesión que disfruto y que pese a que pareciera ser un medio banal y vacío, nos enseña a comunicarnos de forma masiva, a dirigir pensamientos y transmitir de una forma eficaz un mensaje determinado.

Pocas son las ocasiones en las que tenemos la oportunidad de utilizar nuestro talento, creatividad y herramientas en un objetivo que nos ayude a redimirnos por haber hecho una campaña para un jabón que daña al medio ambiente, de unas barritas dietéticas que engordan o de una compañía de telefonía que no tiene la menor intención de ofrecer un buen servicio al cliente. La labor altruista no paga, al menos no con retribuciones económicas pero limpia conciencias, nos demuestra que nuestro oficio tiene corazón y que comunicar es fácil, que si lo hacemos con causa podemos hacer que la vida de algunos se torne mucho más dichosa.

Hace un par de días tuve la fortuna de conocer el proyecto de la Fundación Soñar despierto, el cual consiste en formar brigadas de seis personas que ayuden a que un niño con cáncer pueda realizar su sueño, sea cual sea.

Aplaudo al creador de dicha fundación, al buen corazón y entendimiento que tuvo al realizar este proyecto, de la misma forma que aplaudo a todos aquellos que conforman las brigadas.

Es increíble pensar en todo lo que se mueve cuando un sueño se realiza; uno de los pequeños que han sido beneficiados tuvo la oportunidad de conocer a Tatiana, ella le dijo que se verían después, que bailarían y se divertirían mucho juntos. El niño en cuestión prolongó sus esperanzas de vida ya que, en sus palabras, no se podía morir porque Tatiana lo estaba esperando.

Hoy, tengo la oportunidad de acomodar mis letras en beneficio de otros, de ser parte de algo más grande que vender un auto, de dar mi pequeña contribución a quienes dan mucho en nombre de aquellos por los que rogamos, puedan encontrar una razón que les haga más llevadera su enfermedad y encuentren una motivación para salir adelante.

Lamentablemente, el tiempo es un factor, siempre está en nuestra contra. Tu ayuda es invaluable.

Te invito a que te integres a las brigadas, si no te es posible, puedes contribuir con donativos económicos o en especie (juguetes, ropa, medicamento). Y si también esto se te dificulta, puedes ayudarnos compartiendo en tu facebook nuestro póster o mandándolo por mail a tus amigos.

Toda ayuda, por pequeña que parezca nos hace más grandes.

¡Viva la vida!

Infórmate en el mail: absolute_nena18@hotmail.com

http://www.sdespierto.org



Hugo Castillo.

martes, 7 de septiembre de 2010

Querer es Poder

El poder de creer en ti mismo, de creer en ti a tal grado que puedas transmitir ese poder a alguien más y entonces creas en esa persona. Que esa persona te haga creer con más ahínco en ti y te vuelva un ser más poderoso.

Sí, creo fervientemente en que querer es poder más allá del doble significado de querer, de cuando se anhela y de cuando se añora.

Querer es soñar, es ser digno, es estar dispuesto a arriesgar, a crecer y sentir que el pecho no es lo suficientemente grande para guardar tanto portento.

Poder también rebasa su doble juego, el de ser capaz de realizar una acción determinada y el de ser sobresalientemente fuerte. Así, poder nos permite hacer del mundo y sus retos algo pequeño, algo fácil de sortear, un pequeño escalón que en breve veremos por debajo de los hombros.

Y sí,
querer quererte me da el poder para poder ser más de lo que soy.

lunes, 16 de agosto de 2010

Princesa en tiempos de crisis.

Antes de crear falsas expectativas, he de aclarar que en este cuento el príncipe no se queda con la princesa. Él tuvo que ceder su caballo blanco a una yunta y pese a que tenía toda la disposición de enfrentar dragones de múltiples cabezas, tuvo que guardar su espada sin blandirla.

Sucede que en estos tiempos la princesa no depende de nadie, no hay un ogro que la aprisione, no vive en una mazmorra o en la torre más elevada de un siniestro castillo del cual tenga que escapar. La princesa no se enfrenta a una madrastra maldita que se encela de su belleza. La princesa sólo es presa de su propia libertad.

La princesa no necesita un príncipe, no necesita que alguien demuestre su casta y rompa los hechizos de un sueño perpetuo. De hecho, para ser más justos, he de decir que la princesa tiene jornadas de sueño bastante ordinarias.

Una princesa poco ortodoxa, de particular y envidiable belleza; se dice que amanece cuando ella esboza su primer sonrisa, se afirma que la noche cae con su primer bostezo y se tiene la firme creencia que el arcoiris termina donde ella se encuentre porque la princesa es oro puro.

Para frustración de su estoico caballero, no hay hechizo que romper, no hay barrotes que doblar, tan sólo una barrera invisible, una tan grande como la mente de la princesa pueda concebirla y ni su escudo bañado en sangre de dragón puede derribarla, no se sabe dónde empieza y dónde termina. A la par, el príncipe está amarrado e imposibilitado de partir las cuerdas con su espada labrada por elfos, porque ni siquiera ellos tienen el secreto para deshacer los amarres que se tejen en el alma. El príncipe respira, vive y se cuestiona una y otra vez qué maléfico conjuro pudo alejarlo tanto de ella.

Y no…
no fueron felices para siempre.

domingo, 25 de julio de 2010

Manifiesto del ardido

Por las cosas que me diste a cuenta gotas

Por el amor dosificado

Por curarme para que enfermara

Por las altas cantidades de poca honestidad

Porque te divertiste conmigo usándome de tu juguete

Por usar a tu favor mis sentimientos

Porque al fin agotaste todas nuestras oportunidades

Por todo lo que revolviste y destruiste para volverme a hacer sentir
de ese amor que se convierte en rabia.

Por todo eso y por todo lo que ya no te daré, tan sólo me queda verter
toda mi sinceridad restante en un solo pensamiento:


Te deseo que tengas un franco y muy feliz CHINGA A TU MADRE.

lunes, 7 de junio de 2010

Puro cuento

Érase un reino donde los Reyes sólo existían en los nombres de algunas calles y de algunas delegaciones, no existían caballeros con escudo y armadura; en este reino, ellos cedían su lugar a las mujeres embarazadas o a las personas de la tercera edad, pagaban las cuentas a su damisela y mesuraban su lenguaje en presencia de los niños.

Existían las damas, aunque algunas ostentaban el título sin necesariamente practicarlo.

En este reino, los bufones tenían importantes cargos políticos y los consejeros traían credenciales de Prensa de televisoras y disfrazaban las imprudencias de los bufones desviando la atención del pueblo inventando dragones llamados Chupacabras, influenza, Cabañas o Paulette.

En el fondo, era como todos los reinos, los verdugos eran inclementes, destazaban a las personas difundiendo rumores, algunos de ellos corrían como pólvora e incluso los más sanguinarios, sustituyeron sus hachas y guillotinas por redes sociales.

Es en este entorno en el que se desenvuelve la historia de un niño que se preparaba para ser un príncipe. Él creía firmemente en que el cargo podría ganárselo a pulso; al no pertenecer a una familia aristócrata, el primer eslabón para lograrlo era la dedicación, buenas notas que lo llevaran al desayuno anual con el Bufón mayor y participación en las actividades de lucimiento social, tales como los congresos estudiantiles y declamaciones hacia Benito Juárez en los lunes de homenaje.

El futuro príncipe creció para ceder una y otra vez su trono real ante los príncipes de los feudos vecinos, con menor talento, calificaciones mediocres pero con papás mejor relacionados con los que repartían los tronos.

La imposición si existía, la opinión pública era el cuento más popular para poner a dormir al pueblo, incluso en su mayoría, creían tanto en su poder del pueblo como un niño en Santa Claus.

El príncipe que el mundo esperaba trabajó arduamente aún cuando los villanos secuestraron su escuela, descubrió que todo monarca necesita aliarse a un clan y se unió al “del sol”. Su trono lo aguardaba, sólo tenía que esperar a que el Príncipe Juanito desocupara la silla que sería para la marquesa Carla l y que a la postre le pertenecería a él, en tanto sus grandes convicciones no atentaran contra los principios del clan.

Mientras el heredero del mañana espera, recorre la ciudad en un Tsuru II del año 94 que le renta al propietario de un sitio, se niega a alterar su taxímetro pues su ética es digna de la realeza. El Bufón jefe de gobierno le ha hecho pintar la unidad en repetidas ocasiones olvidándose que nuestro eventual consorte le dio su voto con la esperanza de haber escogido al mejor representante para el pueblo.
Ocasionalmente, tiene que claudicar a sus valores para que los guardias no se lleven su unidad a las mazmorras.

EL príncipe conduce feliz, sabe que no hay mejor forma de entender al pueblo que viniendo del pueblo. Hace campaña personalizada con cada uno de sus pasajeros, quienes no ponen en duda su estirpe real, le agradecen el viaje mientras él se despide diciéndoles:

No lo olvide, en el 2024 su voto contará.

Hugón Castillo,
Re cuentista.

domingo, 21 de marzo de 2010

Things we lost in fire

Perdí mi parte crédula, fui soltándola de a poco. En su lugar, llegó la duda, el escepticismo y la desconfianza.

Perdí el asombro por el periodo previo a un noviazgo, cuando le preguntas a sus amigas lo que ella piensa de ti, esas mariposas en la panza, esos pensamientos idealistas que te surgen justo a punto de dormir. El asombroso y esperado primer beso, el querer conocer a una persona y que te conozca, que te guste lo que hay en ella y que le guste lo que hay en ti.

Perdí el sentido de la responsabilidad compartida, del querer hacer todo en conjunto, hacer equipo, remar en la misma dirección.

Perdí la seguridad de merecer amar a alguien porque cuando he estado enamorado no he hecho lo bastante para perdonar, entender, comprender y dejar de recriminar los errores de la otra persona, esto para perdonarme por mis propias fallas.

Perdí la confianza en mí al grado tal que ahora existen los celos en mi corazón, siempre acompañados por ira y desconfianza.

Mi capacidad de amar no la he perdido, sólo la parte importante de la misma;
mi capacidad de amar en compañía, puedo amar a la distancia, extrañar y añorar a una persona que cuando tenía cerca ya no soportaba.

Pierdes unas cosas y a cambio recibes otras. Particularmente en estos intercambios, salí perdiendo con el canje.

Con tantas cosas perdidas, a ti ya no te recupero.