lunes, 16 de agosto de 2010

Princesa en tiempos de crisis.

Antes de crear falsas expectativas, he de aclarar que en este cuento el príncipe no se queda con la princesa. Él tuvo que ceder su caballo blanco a una yunta y pese a que tenía toda la disposición de enfrentar dragones de múltiples cabezas, tuvo que guardar su espada sin blandirla.

Sucede que en estos tiempos la princesa no depende de nadie, no hay un ogro que la aprisione, no vive en una mazmorra o en la torre más elevada de un siniestro castillo del cual tenga que escapar. La princesa no se enfrenta a una madrastra maldita que se encela de su belleza. La princesa sólo es presa de su propia libertad.

La princesa no necesita un príncipe, no necesita que alguien demuestre su casta y rompa los hechizos de un sueño perpetuo. De hecho, para ser más justos, he de decir que la princesa tiene jornadas de sueño bastante ordinarias.

Una princesa poco ortodoxa, de particular y envidiable belleza; se dice que amanece cuando ella esboza su primer sonrisa, se afirma que la noche cae con su primer bostezo y se tiene la firme creencia que el arcoiris termina donde ella se encuentre porque la princesa es oro puro.

Para frustración de su estoico caballero, no hay hechizo que romper, no hay barrotes que doblar, tan sólo una barrera invisible, una tan grande como la mente de la princesa pueda concebirla y ni su escudo bañado en sangre de dragón puede derribarla, no se sabe dónde empieza y dónde termina. A la par, el príncipe está amarrado e imposibilitado de partir las cuerdas con su espada labrada por elfos, porque ni siquiera ellos tienen el secreto para deshacer los amarres que se tejen en el alma. El príncipe respira, vive y se cuestiona una y otra vez qué maléfico conjuro pudo alejarlo tanto de ella.

Y no…
no fueron felices para siempre.

2 comentarios:

  1. creo que esto me quedó muy had doc para eso de la caducidad porque aun cuando queden ilusiones y sueños y uno se atavie de ciertos cuentos... la realidad golpea con el paso del tiempo.

    en un pis pas todo se va a cabalgatas
    incluyendo el caballo blanco.

    ResponderEliminar
  2. Así es mi querida Jo. El día de hoy el príncipe cantará algo de Emmanuel: Durmiendo, vivir durmiendo, soñando, vivir soñando. El hechizo de La rueca envenenada le caería de maravilla.

    ResponderEliminar