Semilla de maldad

Instintivos, carnales. crueles, traidores, erráticos, pasionales, indulgentes, soñadores, leales, corruptos, misericordiosos, culeros, amables, cínicos, ególatras, ambiguos, generosos…

…Con tal compendio de particularidades no debería ser difícil entender cuáles son los que nos hacen ser mejores o peores personas. Me pregunto si hay un solo atributo que nos caracterice y sea nuestra constante o si tomamos al momento el que necesitamos ocupar, si los hay que fingen uno para colocarnos trampas y después se revelan con su auténtica naturaleza o si uno es quien idealiza a las personas o situaciones que se viven en conjunto.

Me cuesta mucho trabajo pensar que estamos predestinados a estar regidos bajo alguna conducta constante; sin embargo, la vida te sorprende y te puede poner frente a personas que parecieran ser de maldad pura, que conspiran durante horas para ver cuál sería la mejor forma de joder a los demás, que envenenan y envidian. Quizás diversas situaciones de la vida les han llevado ha mantenerse a la defensiva, quizás las experiencias les han mutado el carácter, quizás tan sólo les place ser ojetes.

Yo, siendo una persona que comete errores y siendo un gran imperfecto, puedo jurar que en ocasiones he sido malo, he sido malo por tonto, por dejarme llevar, por ser instintivo, por no tener un buen dominio de mi naturaleza humana. Y eso sí… las crudas morales se sufren más que las de cerveza.

Precisamente por esto, me resisto a creer en un ser de maldad pura, no creo en tanto egoísmo, no creo en gente con tanto miedo, no creo en tanta envidia acumulada, ni en la ira y el rencor almacenados. Creo en que cualquier momento de reflexión es bueno para ordenar nuestros pensamientos, lo que sentimos y en evitar dañar a los demás.

Pero en verdad, a veces… sólo a veces, me sigo sorprendiendo.